La conveniencia de introducir planes de lectura en los
centros escolares se hace indiscutible cuando la realidad se empecina en
mostrar que nuestro país no sale demasiado bien parado en los resultados de
pruebas institucionales externas, como por ejemplo los famosos informes PISA, y
así lo reflejan muchos medios de comunicación que se hacen eco con titulares
como los siguientes: “Los alumnos de 9 años, peor que la media europea en
lectura, matemáticas y ciencias” (La Vanguardia , 11/12/2012), o “A los alumnos
españoles se les atraganta la lectura digital” (El País, 28/06/2011) o “La
clave, entender lo leído” (El Periódico de Cataluña, 08/12/2010).
No se trata de una cuestión irrelevante, puesto que la
lectura es una actividad intelectual básica para el acceso al conocimiento, así que inmediatamente surge
la pregunta ¿qué es lo que está ocurriendo para que el adolescente no sienta
atracción hacia la lectura?
La respuesta no puede ser directa ni sencilla, pero puede
ayudarnos a entenderlo el análisis que Dª Ana Díaz-Plaja (doctora y académica del Departamento de Didáctica de
la Lengua y la Literatura en la Universidad de
Barcelona) hace en su artículo publicado en la revista “Aula
de Secundaria” (marzo-abril 2013) y que sintetizo a continuación.
La autora del artículo repasa la identidad, las razones y
las condiciones de lectura de los adolescentes actuales y lo hace desde el
planteamiento de los interrogantes que caracterizan la noticia periodística: quién, qué, dónde, cuándo y por qué.
Nuestro quién es
el lector juvenil, con rango de edad que podría fijarse entre los 12 y 18 años,
pero la cuestión más relevante (y paradójica) es que esta figura quizás sea casi
testimonial porque, al llegar la adolescencia, los jóvenes dejan de leer. Las
estadísticas dicen que es mayor el índice de abandono lector entre los chicos
que entre las chicas y también sucede, entre los que continúan leyendo, que los
gustos se diversifican, dándose una lectura de chicos y otra de chicas.
Para dar respuesta al qué
lee nos fijamos en las múltiples fuentes de lectura a las que tiene acceso,
desde las obligatorias de clase que les ponen en contacto con algunos clásicos,
pasando por la literatura juvenil creada específicamente por autores y editores
en los que algunos llaman literatura juvenil homologada, o también por la que
podríamos denominar no homologada, que suele escapar del control de los adultos
(cómics, novelas gráficas, best Sellers, revistas, etc.) y que en muchas
ocasiones puede conectar con el material no impreso que llenan sus horas de
ocio, es decir, el musical y el de las pantallas, y llegando hasta aquella
fuente donde la lectura no es tal, a saber, el mundo de su ordenador, su
smartphone o i-Pad. Escucha poesía a través de las canciones de sus grupos o
cantantes favoritos, mira narrativa, lee y escribe constantemente a través de
las redes sociales…
¿Dónde lo lee? Es
evidente que el adolescente actual donde consume más tiempo es frente a una
pantalla, y es allí donde consume literatura de su elección: sus cómics, su red
social o su canciones y es aquí donde el adolescente aprende a forjarse sus
referencias y a modelar sus gustos. Sin embargo sigue habiendo libros en su
vida, siendo el aula y la biblioteca los lugares fundamentales de encuentro con
la lectura: en la clase es donde aprende a leer en profundidad y en la
biblioteca donde tienen la posibilidad de elegir una literatura que les
enganche.
Los adolescentes actuales, nativos de la era digital, están
acostumbrados a la lectura digital. Les cuesta la lectura lenta: las
descripciones premiosas, el argumento dilatado, las figuras, etc. En cambio, se
adaptan mejor a la simultaneidad y a la fractalidad que suponen las lecturas en
pantalla.
Y, por último, ¿por
qué leen? Pues depende: mientras que las lecturas de los clásicos, salvo
raras excepciones, las hacen por obligación, los libros de literatura juvenil
se leen más por curiosidad, recomendación de un compañero o la insistencia del
profesor.
Si el centro educativo lleva a cabo un plan lector, las
lecturas pueden integrarse en actividades diversas y es en este punto donde nos
hallamos en estos momentos. En nuestro centro se ha puesto en marcha un plan de
lectura en torno a la figura de Federico García Lorca, su vida y su obra,
promovido por el departamento de Lengua, pero en el que colaboran todos los
demás departamentos y profesorado en general y que cuenta además con el apoyo
activo de los profesores integrantes del seminario de formación “Biblioteca 2.0” , coordinado por Dª Eva Mª
Perdiguero. Pero sin duda, lo más relevante es que se ha conseguido la
participación del alumnado a través de las actividades propuestas. Actividades
que enlazan en muchas ocasiones las pantallas con la lectura que quizás sea la
forma lógica de conseguir que nuestros alumnos de la era digital vuelvan la
mirada hacia la lectura, aquella que les permita acceder al conocimiento.
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