miércoles, 23 de abril de 2014

Los Planes de Lectura en los Centros

La conveniencia de introducir planes de lectura en los centros escolares se hace indiscutible cuando la realidad se empecina en mostrar que nuestro país no sale demasiado bien parado en los resultados de pruebas institucionales externas, como por ejemplo los famosos informes PISA, y así lo reflejan muchos medios de comunicación que se hacen eco con titulares como los siguientes: “Los alumnos de 9 años, peor que la media europea en lectura, matemáticas y ciencias” (La Vanguardia, 11/12/2012), o “A los alumnos españoles se les atraganta la lectura digital” (El País, 28/06/2011) o “La clave, entender lo leído” (El Periódico de Cataluña, 08/12/2010).

No se trata de una cuestión irrelevante, puesto que la lectura es una actividad intelectual básica para el acceso  al conocimiento, así que inmediatamente surge la pregunta ¿qué es lo que está ocurriendo para que el adolescente no sienta atracción hacia la lectura?
La respuesta no puede ser directa ni sencilla, pero puede ayudarnos a entenderlo el análisis que Dª Ana Díaz-Plaja (doctora y académica del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de Barcelona) hace en su artículo publicado en la revista “Aula de Secundaria” (marzo-abril 2013) y que sintetizo a continuación.

La autora del artículo repasa la identidad, las razones y las condiciones de lectura de los adolescentes actuales y lo hace desde el planteamiento de los interrogantes que caracterizan la noticia periodística: quién, qué, dónde, cuándo y por qué.

Nuestro quién es el lector juvenil, con rango de edad que podría fijarse entre los 12 y 18 años, pero la cuestión más relevante (y paradójica) es que esta figura quizás sea casi testimonial porque, al llegar la adolescencia, los jóvenes dejan de leer. Las estadísticas dicen que es mayor el índice de abandono lector entre los chicos que entre las chicas y también sucede, entre los que continúan leyendo, que los gustos se diversifican, dándose una lectura de chicos y otra de chicas.

Para dar respuesta al qué lee nos fijamos en las múltiples fuentes de lectura a las que tiene acceso, desde las obligatorias de clase que les ponen en contacto con algunos clásicos, pasando por la literatura juvenil creada específicamente por autores y editores en los que algunos llaman literatura juvenil homologada, o también por la que podríamos denominar no homologada, que suele escapar del control de los adultos (cómics, novelas gráficas, best Sellers, revistas, etc.) y que en muchas ocasiones puede conectar con el material no impreso que llenan sus horas de ocio, es decir, el musical y el de las pantallas, y llegando hasta aquella fuente donde la lectura no es tal, a saber, el mundo de su ordenador, su smartphone o i-Pad. Escucha poesía a través de las canciones de sus grupos o cantantes favoritos, mira narrativa, lee y escribe constantemente a través de las redes sociales…

¿Dónde lo lee? Es evidente que el adolescente actual donde consume más tiempo es frente a una pantalla, y es allí donde consume literatura de su elección: sus cómics, su red social o su canciones y es aquí donde el adolescente aprende a forjarse sus referencias y a modelar sus gustos. Sin embargo sigue habiendo libros en su vida, siendo el aula y la biblioteca los lugares fundamentales de encuentro con la lectura: en la clase es donde aprende a leer en profundidad y en la biblioteca donde tienen la posibilidad de elegir una literatura que les enganche.

Los adolescentes actuales, nativos de la era digital, están acostumbrados a la lectura digital. Les cuesta la lectura lenta: las descripciones premiosas, el argumento dilatado, las figuras, etc. En cambio, se adaptan mejor a la simultaneidad y a la fractalidad que suponen las lecturas en pantalla.

Y, por último, ¿por qué leen? Pues depende: mientras que las lecturas de los clásicos, salvo raras excepciones, las hacen por obligación, los libros de literatura juvenil se leen más por curiosidad, recomendación de un compañero o la insistencia del profesor.


Si el centro educativo lleva a cabo un plan lector, las lecturas pueden integrarse en actividades diversas y es en este punto donde nos hallamos en estos momentos. En nuestro centro se ha puesto en marcha un plan de lectura en torno a la figura de Federico García Lorca, su vida y su obra, promovido por el departamento de Lengua, pero en el que colaboran todos los demás departamentos y profesorado en general y que cuenta además con el apoyo activo de los profesores integrantes del seminario de formación “Biblioteca 2.0”, coordinado por Dª Eva Mª Perdiguero. Pero sin duda, lo más relevante es que se ha conseguido la participación del alumnado a través de las actividades propuestas. Actividades que enlazan en muchas ocasiones las pantallas con la lectura que quizás sea la forma lógica de conseguir que nuestros alumnos de la era digital vuelvan la mirada hacia la lectura, aquella que les permita acceder al conocimiento.

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